null Homenaje a los primeros alcaldes democráticos de Asturias, “maestros del diálogo y la convivencia”
  • Adrián Barbón subraya el valor "clave" de las primeras elecciones municipales celebradas el 3 de abril de 1979
19 de abril de 2024

El presidente del Principado, Adrián Barbón, ha rendido hoy homenaje a los primeros alcaldes democráticos de Asturias, “maestros del diálogo y la convivencia”, en un acto “humilde y necesario” de reconocimiento cuando se cumplen 45 años de las primeras elecciones municipales democráticas, celebradas el 3 de abril de 1979.  

Durante su intervención, el jefe del Ejecutivo ha incidido en “el valor clave” de aquellos comicios, “en los que la democracia aún era un magna de ilusión que no se había solidificado”. A juicio del presidente, con aquellas elecciones “la democracia se hizo una vecina cotidiana para los asturianos y las asturianas, dueños de sus ayuntamientos”.

Barbón tuvo palabras de agradecimiento para su “amigo y maestro” Pablo García, primer alcalde democrático de Laviana: “Haber llegado a ser su sucesor en el gobierno de mi pueblo es uno de los mayores honores personales de toda mi trayectoria política”.

“Gracias por lo que hicisteis por vuestros concejos, gracias por lo que hicisteis por Asturias –poca gente sabe que fuisteis determinantes en el proceso autonómico- y gracias también por lo que hicisteis por la democracia”, ha dicho el jefe del Ejecutivo.

 

*** A continuación, se reproduce la intervención íntegra del presidente.

 

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, ADRIÁN BARBÓN


Recepción a los primeros alcaldes democráticos

 

Es un acto humilde y necesario de reconocimiento a los primeros alcaldes democráticos de Asturias después de la larga noche de piedra de la dictadura cuando hoy se cumple, camino del medio siglo, 45 años de vuestra elección como Alcaldes. Es decir, hoy conmemoramos 45 años de libertad. Las primeras elecciones municipales fueron el 3 de abril. El 3 de abril de 1979 no suele destacar entre los hitos de la Transición.

Pensamos de inmediato en el referéndum de 1976, en la aprobación de la Constitución o en sucesos más dramáticos como la matanza de Atocha o el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.

Sin embargo, en aquellos años de efervescencia, en los que la democracia aún era un magma de ilusión que no se había solidificado, las elecciones municipales tuvieron un valor clave.

Yo nací tres meses antes, en enero, así que disculpad que no guarde precisamente muchos recuerdos personales. Pero todo lo que he leído, todos los testimonios que he escuchado, me confirman en una idea: con aquellos comicios, la democracia se consolidó a pie de calle. La democracia se hizo una vecina cotidiana para todos los asturianos y asturianas, dueños de sus ayuntamientos.

Entre esos testimonios, debo destacar especialmente uno: el de mi amigo y maestro Pablo García, primer alcalde democrático de Laviana. Haber llegado a ser su sucesor en el gobierno de mi pueblo es uno de los mayores honores personales de toda mi trayectoria política.

El significado de las palabras cambia con los años. Hoy, pronunciar el sustantivo democracia suscita poco entusiasmo. Parece un nombre rutinario, casi burocrático.

Vosotros sabéis que no siempre fue así. Hubo unos años, aquellos que protagonizasteis, en los que la democracia era una aspiración, una ilusión y un proyecto. Algo que se estaba haciendo día a día. Algo que había que cuidar para que prendiese, enraizara y creciera, sólida y fuerte.

A eso contribuisteis vosotros, mano a mano, hacedores, artesanos casi de la democracia en los ayuntamientos asturianos. Con la cordialidad, el respeto, la búsqueda permanente de acuerdos, haciendo realidad el diálogo, con esas dos grandes virtudes de todo buen alcalde que son el sentido común y el sentido práctico de las cosas.
Por eso este es un acto para daros las gracias. Gracias por lo que hicisteis por vuestros concejos, gracias por lo que hicisteis por Asturias –poca gente sabe que fuisteis determinantes en el proceso autonómico- y gracias también por lo que hicisteis por la democracia.

Cuando pasan los años, solemos quedarnos con los buenos recuerdos.
Es, supongo, un mecanismo de borrado automático y selectivo que pone en marcha nuestro cerebro, una manera de aliviarnos de preocupaciones y malos momentos.

Seguro que si ahora os preguntan podréis contar decenas de anécdotas. Desde el funcionario que no sabía cómo trataros hasta qué hacer con la vara de mando o las tensiones en algunos plenos.

O aquellos primeros empeños para asfaltar caminos, asegurar la traída de agua o que llegase la luz a los pueblos más remotos.

Más allá de todos estos buenos recuerdos, subrayo uno de vuestros logros más importantes: demostrasteis que la convivencia era posible. Que hasta en los municipios más pequeños, donde los vecinos se tratan de tú a tú y cada uno sabe de qué pie cojea el de al lado, era posible conciliar las discrepancias con la libertad y la democracia.

Cuando la polarización y la tensión parecen haberse convertido en las pautas de la política española, os propongo y os tomo como maestros del diálogo y la convivencia. Como reza la lápida de Adolfo Suárez, hicisteis que la concordia fuera posible.

Poco más me queda por deciros. Aquí, en realidad, sois vosotros los protagonistas. Habéis visto cómo han cambiado vuestros ayuntamientos, cómo ha evolucionado la sociedad desde aquel abril democrático de 1979. Hoy sería impensable que todos fueseis hombres, por ejemplo. Han cambiado leyes y normas. Los ordenadores y la digitalización avanzan inexorablemente en todas las administraciones, incluidas las locales.

Ciertamente, han cambiado muchas cosas. Pero hay una que permanece. Es el valor de los ayuntamientos, esa ventanilla cercana, inmediata, la institución a la que se recurre siempre cuando surge un problema real. Vosotros fuisteis los primeros alcaldes democráticos en dar la cara al otro lado de esa ventanilla.

Hacerlo, además, sabiendo que vuestro cargo no estaba garantizado por el apoyo del mandamás franquista de turno, sino que dependía precisamente de solucionar los problemas que llegaban hasta vuestra mesa.  

Eso es algo que nunca se puede olvidar. Nadie, ningún gobierno autonómico ni estatal, puede desdeñar ese papel básico, angular de los ayuntamientos para mejorar la sociedad.

Hoy, como en 1979, ni Asturias ni España pueden pensarse sin la participación de los concejos, dotados con una adecuada financiación que les permita ejercer esa labor insustituible de administración de primera instancia. Es un subrayado necesario.

Aprovecho esta ocasión para reafirmar que el Gobierno del Principado ofrecerá y buscará la cooperación de los 78 ayuntamientos, sin distinción alguna, para trabajar juntos a favor de Asturias.

A vosotros, padres de la democracia municipal, pioneros de la democracia a pie de calle, muchas gracias.

Documentación

Galería de imágenes

El presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón, y la presidenta de la Federación Asturiana de Concejos, Cecilia Pérez ( en la mesa), durante el acto con los alcaldes elegidos en los primeros comicios democráticos, de cuya celebración se cumplen ahora 45 años.

Galería de audios

Las primeras elecciones municipales son una de las grandes efemérides de este país
Las elecciones de 1979 consolidaron la democracia a pie de calle
La sociedad debe agradecerles su contribución a sus concejos y a la comunidad
Hemos avanzado en feminismo o tecnología pero en los ayuntamientos mantienen su esencia
La administración local ha tenido, tiene y tendrá un papel nuclear en la sociedad
Los primeros alcaldes fueron los hacedores de la democracia que hoy tenemos
Los pioneros demostraron que la convivencia era posible
La responsabilidad conlleva malos momentos combinados con muchas anécdotas