null Entrega de los Premios Primero de Mayo de UGT
29 de abril de 2022

Las calles de Avilés os esperan. Os acompaño en la XXV edición de los premios Primero de Mayo de UGT en las vísperas de que, después de dos años condicionados por la crisis sanitaria, volváis a manifestaros. Gracias por darme la oportunidad de intervenir en este acto, casi un preludio de esa movilización. Permitidme, precisamente, que aproveche vuestra invitación para encadenar un puñado de reflexiones sobre los tiempos que estamos viviendo.

Habéis elegido Avilés, una ciudad y una comarca que simbolizan la transformación, la capacidad de lucha y reinvención. Hace pocos días participé en la presentación del Plan de expansión del puerto e insistí en la misma idea. Pese a haber sido zarandeada, golpeada por sucesivas crisis, la comarca conjuga ahora una triple receta con la que está construyendo su porvenir: ciencia, innovación e industria. Esos serán también los goznes sobre los que girará la puerta a la mejor Asturias, el umbral que ya estamos cruzando.

Estoy convencido de que parte de vosotros y vosotras pone en cuarentena estas palabras, que las atribuirá a propaganda o, en el mejor de los casos, a un exceso de esperanza. Es comprensible. En nuestra comunidad no sólo concurren problemas, sino que está sobrevalorado el pesimismo. Ya sean las previsiones sobre el crecimiento, los perjuicios del coste de la energía, la gestión de los fondos europeos, la transición ecológica o la marcha de las comunicaciones, el discurso habitual siempre está plomado de grises y agravios comparativos, cuando no enlutado de un cansino catastrofismo. 

Estos debates son recurrentes en el parlamento. Algunos partidos de la oposición rastrillan todos los indicadores para agrupar los peores datos y esgrimirlos como la enésima prueba de la decadencia de Asturias. Un declive causado por un único responsable: la mala gestión, la inoperancia, la falta de proyecto, la sumisión y todas las descalificaciones que queráis añadir de los gobiernos socialistas. Llegan a tal extremo que incluso la líder provisional de algún partido, cuando interviene en algún acto en otra comunidad se dedica, y con ahínco, a hablar mal de Asturias. 

A los datos los rebato con datos. Estadísticas oficiales, verificables y significativas. Pero confieso que no puedo evitar cierta decepción cuando ese esfuerzo parece consumirse en la visión de la botella: para unos está medio llena; para otros, medio vacía.

Me decepciona porque es un razonamiento muy pobre. La realidad no es la mera interpretación de cada cual, hay elementos objetivos para comprobar si Asturias va o no bien orientada. También me decepciona porque, a diferencia de lo que acostumbran hacer algunos con las noticias favorables, mi gobierno jamás ha edulcorado los reveses ni escondido los problemas debajo de las alfombras para sesgar los análisis. Nunca hemos negado una dificultad, ni se nos han caído los anillos por reconocer los errores y pedir disculpas, ni tampoco hemos titubeado a la hora de discrepar o reclamar al gobierno de España con claridad y firmeza. Así se practica la buena lealtad: con apoyo y compromiso, pero también con sinceridad.

Os invito a que en este foro vayamos más allá. Añadamos algo de ideología al análisis sin avergonzarnos de recurrir a esta palabra, casi proscrita en los últimos años. Empecemos por plantearnos cuál ha de ser la prioridad para la socialdemocracia y para la izquierda en general en esta coyuntura. Doy por hecho que coincidiremos en que ha de ser la protección de las personas; en especial, de las más vulnerables. 

La pregunta consecuente es lógica. ¿Se ha hecho algo para llegar a ese objetivo? A bote pronto, se me ocurre citar la subida del salario mínimo, la subida de las pensiones, la rectificación de la reforma laboral o la puesta en marcha del ingreso mínimo vital. Cada una de estas decisiones del Gobierno de España, y que han beneficiado a miles de asturianos y asturianas, era un imposible para algún partido. Hagamos memoria de sus argumentos: cada una, por sí sola, bastaba para arruinar el país y arrastrar España al abismo de la desolación económica. Pese a tanto augurio, la tierra aún no se ha abierto bajo nuestros pies.

Puedo abundar con medidas aplicadas en Asturias: la reducción de la lista de espera de la discapacidad, ser la comunidad del régimen común donde el salario social proporciona la cobertura más amplia, estar también a la cabeza del gasto sanitario por persona, nuestros hospitales, la red de escuelas rurales o la capacidad de gestión demostrada durante la pandemia son muestras de la fortaleza del Estado de bienestar, de la calidad de los servicios públicos. Ante la inflación desmesurada hemos acordado complementar en un 50% la cuantía que reciben las casi 28.000 personas beneficiarias del bono social térmico y hemos presentado un proyecto de ley para eximir el pago de tasas a la ganadería, agricultura, pesca y transporte. El Ejecutivo del Principado también da prioridad a las personas y sectores que lo necesitan.

Admito que haya quien pida más; lo que rechazo de plano es que la derecha pretenda darnos lecciones de compromiso social. Tenemos un ejemplo que nos sirve de espejo de contraste: La Gran Recesión, cuando la UE impuso una cura de caballo de austeridad y disciplina fiscal, aplicada con entusiasmo por el gobierno de Rajoy. Aquella ortodoxia esculpida en piedra se tradujo en aumento del paro, la famosa reforma laboral, el deterioro de las pensiones, el crecimiento del precariado y el debilitamiento de la sanidad, la educación y la atención a la dependencia. O en la cancelación de los fondos mineros, por poner un caso que nos afecta en especial.

Por supuesto, existen carencias y problemas pendientes, que no negamos. Pero lo que intento decir es otra cosa: que muy a menudo no se trata tanto de contraponer datos como de confrontar modelos políticos. Los números no son asépticos, también responden a la manera de entender Asturias. 

Pido que no perdamos de vista esa diferencia –un proyecto distinto de sociedad- porque anida detrás de muchos debates que a primera vista se reducen a un simple cotejo de cifras. Os pongo otro ejemplo. La derecha siempre propone rebajar los impuestos. Sea cual sea la coyuntura, su receta es única: hay que reducir la fiscalidad. Hemos de reconocer su coherencia: siempre predican el mismo mandamiento, al menos hasta que llegan al gobierno, porque luego aumentan la presión fiscal todo lo que sea necesario, como ocurrió con Rajoy. Cada dos por tres remachan la cabeza del mismo clavo y hacen comparaciones entre la situación tributaria de unas y otras comunidades. Ahora, fijaos en que, al contrario, rara vez comparan la calidad de los servicios públicos. No se les ocurre poner en la balanza el prestigio de la sanidad pública asturiana frente a otras Comunidades ni, como dije antes, el alcance del salario social.

No sólo eluden la comparación, sino que incluso nos piden más. No cuestionan que sigan abiertas escuelas con tres o cuatro alumnos, ni proponen que se reduzca la renta básica, ni se cansan de urgir más inversiones en infraestructuras y equipamientos o inversiones para hospitales comarcales que ellos jamás hubieran puesto en marcha.

Pues bien, todo eso que reclaman sería imposible sin recursos económicos. Por eso no podemos permitirnos una bajada generalizada de impuestos. Escojo bien las palabras: en Asturias no habrá una rebaja generalizada de impuestos porque debilitaría el Estado de bienestar y pondría en riesgo la atención a las personas que más lo necesitan. 

Por lo tanto, no sólo hay que comparar los números, hemos de contrastar los modelos políticos que los soportan, sin darlos por obvios. Me parece oportuno recordarlo en este importante acto de la Unión General de Trabajadores a sólo dos días del 1 de mayo.

No pretendo robaros demasiados minutos, pero existen otras diferencias a las que conviene estar atentos. A mí me llama mucho la atención que la derecha se empecine en negar el futuro a Asturias. Hace apenas unos años, al principio de la legislatura, la transición ecológica se nos presentaba como el fin de la actividad industrial. Las empresas no serían capaces de superar ese desafío y el Principado quedaría reducido a un páramo fabril y laboral.

Pensemos ahora, en abril de 2022, si ese pronóstico se ha cumplido. La recuperación de la actividad industrial en 2021 fue sobresaliente, y los últimos datos de este mismo año corroboran esa tendencia:

Entre enero y febrero, la producción industrial creció un 9,6%, más del doble que la media nacional. 

En esos mismos meses, las ventas de la industria aumentaron un 38%, frente a la media nacional del 21,1%.

Algo parecido podemos sostener del mercado laboral. Ayer conocimos la EPA del primer trimestre, que desde luego no ha sido la mejor de la serie. Ahora, si hacemos los cálculos con medias anuales, como recomiendan los técnicos, resulta que la reducción del desempleo se eleva a un 14,2%, más de cinco puntos sobre la media estatal. Si tomamos como referencia el paro registrado de marzo –el último difundido- tenemos que remontarnos a 2008 para encontrar un dato mejor para ese mes. En cuanto a la afiliación a la Seguridad Social, creció hasta 368.780 cotizantes, el mejor marzo desde 2011.

Parece, de nuevo, que la profecía apocalíptica no se ha cumplido. No obstante, sigamos con el análisis. La descarbonización era un imposible, como antes os decía de la subida del salario mínimo. Pues ahora contamos con un plan pionero de Arcelor, que previsiblemente se refrende a corto plazo, y con un aluvión de iniciativas vinculadas al hidrógeno verde capaces de convertir Asturias en un referente internacional en la producción, el almacenamiento, el transporte, la distribución y el consumo del combustible del futuro. Y como por ahora somos la segunda mejor comunidad en la gestión de los fondos europeos, según confirmó ayer la vicepresidenta Nadia Calviño en el Senado, podemos confiar seriamente en que estos recursos extraordinarios contribuyan a la superación con éxito de la doble transición ecológica y digital. 

Reitero: no se trata de negar los contratiempos, como la ausencia de planes consistentes para los cierres de las térmicas de Lada y Soto, ni las dificultades derivadas del alto coste de la energía. Por cierto, otro aspecto donde la derecha no está para leernos la cartilla, como pretende hacer: Rajoy dejó las compensaciones por emisiones de CO2 en seis millones; ahora se elevan a 244. Ya hemos dicho que nos parecen insuficientes, que aspiramos alcanzar el tope que permite la Unión Europea, pero no podemos cerrar los ojos a las mejoras reales que hemos arrancado, gracias en buena medida a la insistencia del Gobierno de Asturias, y me limito a constatar lo que ha ocurrido.

No seamos cicateros con los logros y superlativos con la desesperanza. No infravaloremos el acuerdo alcanzado por el Gobierno de España para fijar un tope al precio del gas, porque será la medida más efectiva para frenar el aumento de los costes de la energía, contener la inflación y, así, aliviar a las familias y favorecer la actividad industrial. 

En fin, podría alargarme con muchos más ejemplos. Con la situación de los astilleros, envidiados en toda Europa, con los récords del turismo o con los avances en las comunicaciones. Claro que la variante de Pajares acumula retrasos y sobrecostes, pero ahora estamos de verdad en los meses previos a su puesta en marcha. Por supuesto, las cercanías ferroviarias están deterioradas tras décadas de abandono, pero es ahora cuando se están, por fin, realizando las inversiones imprescindibles para revertir esa situación, gracias al plan de choque negociado por mi gobierno con el ministerio.

Os preguntaréis a dónde quiero ir a llegar. Pues lo digo con toda claridad: la izquierda, donde, por supuesto, incluyo las organizaciones sindicales como UGT -y, más allá de la izquierda, todas las personas moderadas que creen en Asturias y están hartas de la política tóxica, siempre negada al diálogo y al acuerdo- no puede compartir el discurso de la calamidad, que resume la única propuesta de la derecha para nuestra tierra. Al contrario, debemos promover los cambios con audacia, sin miedo al fracaso. Hoy, paralizar la transformación del Principado equivale a negarle la posibilidad de situarse a la vanguardia de la nueva revolución industrial que está avanzando a ojos vista.

Acabo de hablar de la política tóxica. A mí, os lo confieso, se me hace incomprensible que el PP asturiano haya preferido quedar aislado con VOX a apoyar el presupuesto autonómico de 2021, en plena pandemia.  Como esta semana me ha resultado frustrante comprobar la negativa de la nueva dirección de la derecha a facilitar la aprobación del decreto de medidas anticrisis del gobierno. Llamadme ingenuo, pero esperaba otra forma de actuar.

A propósito, cuánto se echa de menos en la política –y, en especial, en la nacional- la responsabilidad que demostráis los sindicatos y el empresariado en Asturias, acreditada en los sucesivos acuerdos de concertación. Un pacto que, ciertamente, habrá que analizar a la luz de los últimos acontecimientos, como habéis propuesto.

Disculpadme el tiempo que os he robado, pero me parecía conveniente compartir estas reflexiones con vosotros. Permitidme unas últimas palabras para felicitar a Raúl Moro, insignia de plata a la militancia y la dedicación; a Fernando Benito, insignia de plata al trabajo sindical de base; a la sección sindical en Proima-Zebrastur, también insignia de plata; y especialmente al querido compañero Cándido Méndez, insignia de oro y una referencia de sindicalismo, política y humanidad. Con esto me despido porque, como os dije, las calles de Avilés ya están esperándoos.

Muchas gracias.
 

Documentación

Galería de imágenes

El presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón, durante su intervención, con los premiados sentados (de adelante a atrás y de izquierda a derecha): Raúl Moro; Cándido Méndez; Fernando Ureta; José Ignacio Sirgo y Ana Valverde.

Galería de audios

Compromiso social del Gobierno de Asturias
Discurso pesimista en Asturias
Fiscalidad y calidad de los servicios
Fondos europeos y emisiones CO2
Manifestación 1 de mayo en Avilés
Medidas aplicadas en Asturias ante coyuntura económica
Prioridad a la protección a las personas vulnerables
Producción industrial y datos de empleo
Promover cambios con audacia y sin miedo al fracaso
Responsabilidad de sindicatos