“Mi gobierno redoblará los esfuerzos para captar proyectos nacionales e internacionales a partir de la buena experiencia de la legislatura pasada”, asegura el presidente

El presidente del Principado, Adrián Barbón, ha asegurado hoy que el gobierno “redoblará los esfuerzos” para captar proyectos empresariales nacionales e internacionales “a partir de la buena experiencia de la legislatura pasada. Durante su intervención en la presentación de la firma Corteva Agriscience, el jefe del Ejecutivo ha recordado que en su mandato anterior la Estrategia de Atracción de Inversiones logró que se asentaran en la comunidad 13 iniciativas empresariales con una previsión de 868 empleos. “Estamos convencidos de que podemos superar ese listón”, ha añadido.

Barbón también ha valorado la apuesta por Asturias de Corteva, “la compañía agrícola más grande del mundo”, que en sus instalaciones de Carreño cuenta con más de 400 trabajadores de 16 nacionalidades diferentes. La firma ha anunciado que invertirá 30 millones para desarrollar el principio activo de un fungicida de última generación.

“Corteva sitúa Asturias a la vanguardia mundial de la industria; en este caso, de la industria fitosanitaria, que cuida la producción agrícola”, ha señalado el presidente.

A su juicio, la ubicación de esta compañía en el valle de Tamón supone “una demostración más de la solidez industrial de Asturias”. En este sentido, ha resaltado que las empresas del Principado “han asumido el liderazgo de la construcción naval, de la producción de componentes para la energía eólica, de la ejecución de contratos para la industria de defensa y del desarrollo del hidrógeno verde”.

“La realidad es abrumadora incluso para los escépticos: Asturias acelera con la década del cambio. El fungicida de Corteva nos ayudará a terminar con el hongo de la decadencia, que es el que más daño hace a la comunidad”, ha afirmado Barbón.

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, ADRIÁN BARBÓN
 
Presentación oficial de Corteva Agriscience en Asturias

Les propongo un pequeño viaje en el tiempo. Vayamos tres décadas atrás, a 1993.  Aviso que no podremos quedarnos. Por muy a gusto que nos encontremos con 30 años menos, tendremos que regresar.

Pero iniciemos el viaje. Primero, hagámonos una idea de lo que nos espera:

• En octubre de 1991, Asturias había vivido una huelga general que paralizó por completo la comunidad.
• Dos meses después, el 22 de diciembre, comenzó el encierro minero de Barredo, donde hoy se levanta el campus universitario de Mieres.
• Al año siguiente, 1992, una columna de trabajadores de la siderurgia culminó en Madrid la marcha de hierro, otra impresionante movilización.

Eso era Asturias al inicio de los 90: una comunidad sobresaltada, nublada por el humo casi permanente de las barricadas y sometida a una fortísima reconversión de su industria pública que, para que nos hagamos una idea, abarcaba desde los astilleros hasta los fertilizantes, desde las fábricas de armas hasta la producción de aluminio.

En ese contexto, un gobierno del Principado presidido por Pedro de Silva negoció con discreción una inversión multinacional. Fueron muchos meses de gestiones en voz baja, de una confidencialidad absoluta, propias casi de una novela de espionaje.

El desenlace es conocido. Du Pont se decidió a invertir en Asturias –en concreto, aquí donde estamos, en el valle de Tamón- y en mayo de 1993 se inauguró oficialmente la primera factoría, una planta dedicada a la fabricación de nómex, un tipo de fibra.

Pensemos en el impacto de aquella noticia. En medio de un desánimo generalizado, el Gobierno del Principado conseguía que una multinacional se comprometiese a realizar un desembolso multimillonario. Como la espada de luz que acompaña al primer claro después de una tormenta, la llegada de Du Pont demostraba que, incluso en las peores condiciones, Asturias seguía siendo una tierra atractiva para atraer inversiones. Fue un auténtico chute de esperanza.

Se acabó el viaje. Pero recordemos que si esta mañana estamos aquí, reunidos para visitar las instalaciones de Corteva, es gracias a ese acierto de hace 30 años. Para mí, tiene todo el sentido que ahora reconozcamos los méritos de las personas que, desde el Gobierno de Asturias, desde el desaparecido Instituto de Fomento Regional, desde el Ministerio de Industria, desde el empresariado y desde la propia dirección de Du Pont, hicieron posible la consolidación de este complejo químico encabalgado entre los concejos de Carreño y Corvera.

Ustedes conocen mejor que yo los avatares empresariales que siguieron a aquella inversión. Primero vendría la fusión de Du Pont y Dow Chemical y, después, la creación de Corteva como sociedad independiente.  

Hoy nos encontramos con que esta empresa, la compañía agrícola más grande del mundo, ha elegido las instalaciones asturianas, donde trabajan 400 trabajadores de 16 nacionalidades diferentes,  para invertir más de 30 millones; una decisión que permitirá desarrollar el principio activo de un fungicida de nueva generación. Traduzco: Corteva sitúa a Asturias a la vanguardia mundial de la industria; en este caso, de la industria fitosanitaria, la que cuida la producción agrícola.

Hay muchas maneras de acercarse a este hito. Podemos hablar de los beneficios para la agricultura, en la medida que se reducirán las pérdidas en las cosechas. Podemos hablar también de la relevancia de los avances fitosanitarios para evitar las hambrunas y garantizar la alimentación mundial.

O podemos elegir una perspectiva más modesta, pero de primer orden para el Principado, que es presentar la decisión de Corteva como una demostración más de la solidez industrial de Asturias. Entiendan que, como presidente, subraye este aspecto. En los últimos tiempos, las empresas del Principado han asumido el liderazgo de la construcción naval, de la producción de componentes para la energía eólica, de la ejecución de contratos para la industria de defensa, del desarrollo del hidrógeno verde… Pues bien, este mediodía ampliamos la lista para colocarnos también a la cabeza de la industria fitosanitaria. A la vista de tantas pruebas, no sé si quedará algún descreído, pero la realidad es abrumadora incluso para los escépticos: Asturias acelera con la década del cambio. El fungicida de Corteva nos ayudará a terminar con el hongo de la decadencia, que es el que más daño hace a Asturias.

A propósito, ayer conocimos los datos mensuales de paro registrado. Como es habitual, septiembre ha producido un aumento del desempleo: 1.920 personas más, hasta sumar 56.337. El incremento del paro siempre es una mala noticia, al igual que el descenso de las afiliaciones a la Seguridad Social. A partir de esas premisas, valoremos que Asturias tenga 11.232  personas menos en paro y 11.302 más con trabajo que en 2019.

Me acompañan la consejera de Transición Ecológica, Industria y Desarrollo Económico, Nieves Roqueñí, y el titular de Medio Rural, Marcelino Marcos. Asisten porque la inversión de Corteva afecta por razones obvias a ambos departamentos.

Esta coincidencia tiene también el valor de una premonición. A menudo resulta difícil deslindar, trazar fronteras claras entre sectores de actividad. Pongo por ejemplo el aprovechamiento de la biomasa, del biogás o las explotaciones forestales dedicadas a la captura de CO2. Con independencia de cuál sea el registro oficial donde corresponda anotarlas, es evidente que benefician tanto al medio rural como al crecimiento industrial.

La inversión de Corteva tiene ese mismo componente híbrido: la investigación química desemboca en un fungicida que favorece el arsenal fitosanitario para facilitar la producción agraria. Tres pasos: primero, I+D; después, elaboración industrial; tercero, beneficio a la agricultura.

Hagámonos a la idea de que la profunda transformación que estamos viviendo va a llevarnos cada vez más hacia esos caminos mixtos, donde diversos ámbitos de actividad se entrelazan y respaldan mutuamente. Por eso es tan importante hacer hincapié en que la transformación del Principado pasa a la fuerza por un renovado (y reforzado) protagonismo del medio rural.  

No les distraigo más tiempo. Sólo me queda expresar un compromiso y un deseo.

El  compromiso es que mi gobierno redoblará los esfuerzos para captar proyectos nacionales e internacionales a partir de la buena experiencia de la legislatura pasada, cuando la estrategia de atracción de inversiones logró sumar 13 iniciativas empresariales con una previsión de 868 empleos. Estamos convencidos de que podemos superar ese listón.

Y acabo con el deseo, que también es ambicioso: que dentro de otros 30 años alguien pueda celebrar que hoy en el valle de Tamón volvió a darse otro gran paso hacia el mejor futuro de Asturias.